En la confusión habita la posibilidad de liberación.
PARA QUÉ SIRVE EXPANDIR LA CONSCIENCIA? ¿HACIA DONDE DEBO ENFOCAR MI CONSCIENCIA?
Una absurda pregunta que puede despertar al más dormido, una fulminante respuesta que puede confundir al más listo
Estas preguntas no tiene mucho sentido por tanto cualquier respuesta tampoco lo tendrá, pero se puede sacar mucho provecho del intento de responderla; incluso puede ser un acto transformador abrirte a esta búsqueda de respuesta. Mucha gente se atreve a formular este tipo de preguntas, pero no muchos quieren escuchar una respuesta dirigida al que pregunta, porque corren el riesgo de acabar confundidos.
Preguntar para qué sirve o cómo enfocar la consciencia es como si me preguntara ¿Para qué soy lo que soy? ¿A dónde llegaré siendo como soy? Al hacerme esas preguntas me meto en un laberinto sin salida, porque buscar utilidad o sentido nos lleva a una parte controladora y calculadora que quiere saber y entender, pero bloquea la auténtica exploración. Aunque no se encuentre ninguna respuesta, la indagación misma puede aportar luz y hasta despertar la consciencia. Desde siempre las preguntas formuladas desde un corazón abierto han provocado grandes descubrimientos a los que confían; incluso las preguntas que no tienen respuestas pueden guiarte directamente hacia la verdad.
COMPRENDIENDO LA NATURALEZA DE LA CONSCIENCIA:
Lo primero a comprender es que expansión y consciencia son lo mismo. O dicho de una manera dual: son dos caras de la misma moneda. La expansión es la cara externa de la consciencia, y la consciencia es la cara interna de la expansión. La expansión se desenvuelve en la infinitud del no-espacio y la consciencia en la eternidad del no-tiempo. Ambas son no-materiales y no-lineales por eso no pertenecen al espacio ni al tiempo, pero son el producto de que haya nacido el espacio-tiempo, es decir que están más allá de quienes las creó.
La expansión se dedica a viajar desde el uno y hacia la unidad, mientras que la consciencia regresa y se queda aguardando en la dualidad. La expansión explora el infinito de lo externo y la consciencia explora la eternidad de lo interno, juntos configuran el romance de la existencia. Se separan para volverse a encontrar en el éxtasis del orgasmo de la reconciliación. Para que ocurra ese reencuentro sanador, la consciencia ha de despertar para volver a conectarse a su cara expansiva.
El ser humano dormido no puede expandirse, pero los que despiertan tienen la posibilidad de hacerlo, y con ello reconectar con la naturaleza del universo: viajar y agrandarse.
Cuando la consciencia no se expande deja de ser. Una consciencia dormida es una consciencia que ha dejado de viajar. Pero si la consciencia se expande es ella misma creando luz, amplitud, comprensión y amor incondicional por todas partes, porque puede albergarlo todo. Es esencialmente inclusiva, aunque al viajar produce distanciamiento entre todo lo que existe. Aleja, pero no excluye. Nos separa y nos deja solos y abandonados, atrapados en la cárcel de la finitud y la incomprensión; de modo que en la búsqueda de retorno tengamos que despertar.
Las personas que han iniciado un viaje expansivo desde su consciencia, han tenido que experimentar antes una profunda sensación de abandono existencial, porque es el efecto previo que se siente antes de que surja una gran comprensión y consecuente despertar. Es la angustia existencial que sobreviene antes de la muerte. Ahora mismo estoy en Jerusalén, la ciudad donde fue crucificado un gran maestro. Esto me ha conectado con el hecho de que Jesús se sintió abandonado justo antes de morir, y lo expresó: ¿Por qué me han abandonado? La divinidad tuvo que abandonarse a sí misma, y parece que esa es la ley de la comprensión: el abandono previo antes del renacimiento; yo también he tenido que abandonarme a mi mismo para comprender el auténtico estado existencial en el que me encontraba.
Me llevó 7 años escribir esta serie de artículos, y sólo quiero revelarte un secreto personal que he descubierto en este proceso: es posible evolucionar o involucionar según la actitud que adoptemos con la consciencia que tenemos. Porque es en la consciencia donde se puede albergar y sostener cualquier evolución interna posible. El despertar de la consciencia es una posibilidad, no una obligación, y a mi entender, el despertar depende de llegar a comprender algunas situaciones claves y esenciales de una vida gobernada por el inconsciente.
Con este juego de búsqueda de respuesta podemos descubrir esas claves para comprender circunstancias que nos están limitando y haciendo sufrir.
La expansión va muy rápido en el viaje hacia el infinito, pero la consciencia es la huella estelar que deja dicha expansión, como si fuera dejando el rastro de donde viene y hacia dónde se dirige para darnos la pista hacia el reencuentro, desparramando infinitos granitos de arena de consciencia para que dentro de la realidad material y dual pueda despertarse la potencialidad expansiva del espíritu que nos habita.
Cuando despertamos podemos contemplar el maravilloso paisaje estelar del recorrido de la consciencia. Y sino, mira hacia arriba una noche estrellada, allí ante tus ojos podrás verlo.
SIN RESPUESTAS Y SIN SENTIDO ¿ALGÚN PROBLEMA?
La expansión es la manera de ser y de existir de la consciencia; por ello, las preguntas ¿Para qué sirve expandir la conciencia? o ¿A dónde debo enfocar la consciencia? carecen de respuesta y por tanto carecen de sentido. La única respuesta que puedo dar es a los que las formulan, comprendiendo la búsqueda de utilidad que subyace de estas preguntas y que se proyecta a todas las cosas que se quieren experimentar. En este sentido, la vida de la gente está controlada por la especulación, los cálculos y el control; quieren fluir, pero no quieren soltar, quieren ser libres pero sin abandonar lo que creen ser. Para casi todo el mundo todo tiene que ser “para” algo, todo tiene que tener algún “fin”, todo tiene que estar enfocado en algún “objetivo”; nunca puede faltar el “para qué”. Esta necesidad humana de tener que encontrarle utilidad o sacarle provecho a todo es una tremenda limitación que aparece evidente en estas preguntas, pero que además son el trampolín que nos puede llevar más allá de esa limitación.
La expansión es “el gran fenómeno universal”. El espacio se está expandiendo a gran velocidad, por tanto, todo lo que hay en la existencia está viajando hacia esa expansión sin límite, sin saber por qué se está viajando ni hacia donde se está dirigiendo. Si tuviéramos la posibilidad de preguntarle a un asteroide o una galaxia ¿Hacia dónde vas? nos responderían: ¡NO LO SÉ¡ Por eso planteo que nos formulemos preguntas más complejas: ¿Dónde están los confines del cosmos? ¿Por qué estamos viajando hacia un destino que no conocemos? ¿Qué sentido puede tener hacer un viaje en el que sabemos que el camino no se acaba y que no hay ni origen ni ningún fin?
Muchos maestros han dicho: “EL CAMINO ES LA META”. Tratando de eliminar toda meta futura de vuestra mente y centrarnos en el aquí y ahora sin pensar en el mañana ni en el objetivo; porque todo maestro que ya ha comprendido la extraordinaria confusión que surge al apuntar al futuro, prefiere inducirnos al aquí y al ahora, a que pongamos la atención en la mirada de cada paso que damos; quienes lo intentamos y a veces lo conseguimos, sabemos que nos trae paz y alivio, nos centra y conecta. Pero hay otra posibilidad más compleja aún.
EL CORAJE DE ABRIRNOS AL FUTURO Y LA EXPANSIÓN
En cierto modo, tener la vista levantada hacia un futuro que aún no llegó es consecuencia de que sabemos que hay un camino allí delante y que en ese camino pueden suceder muchas cosas; lo que nos cuesta comprender es que el camino no es real, pues no viene de ninguna parte ni va a ninguna parte, en realidad no hay ningún camino. Podemos mirar hacia atrás y hacia adelante para ver que no hay antes ni después, no hay principio ni fin. Pero para nuestra mente es tan complicado entender esto que necesitamos crear una figura lineal y con estaciones que represente el paso por la vida. De ahí surge para muchos la pregunta ¿En qué punto de mi proceso estoy? Cuando en realidad no hay camino ni estaciones que atravesar. Necesitamos ubicarnos de alguna manera adentro de un camino eterno con algunas señales orientativas; necesitamos relacionarnos con el entorno cercano adentro de un espacio infinito para tener de donde agarrarnos.
Estar en un planeta y adentro de un cuerpo con vida es la figura representativa de nuestro espurio paso por la vida. Es la forma que tenemos para ubicarnos en el plano material. Es tan pequeño el sitio donde vivimos, un planeta tan lejano y casi invisible dentro de la magnificencia del cosmos, que, querer proyectarnos hacia el más allá supone un esfuerzo tremendo; salir del cuerpo, de la mente o del planeta es salir hacia el futuro no definido, como si fuéramos hacia una aventura que en todo momento nos sorprenderá, nos superará y nos sobrecogerá, porque incluso todo lo que vemos como real es relativo.
El mayor de los recursos humanos es desconocido y está relacionado con su capacidad de superación. En realidad, todo lo que existe en el universo tiene encriptado un código expansivo, una orden que dice: “IR MÁS ALLÁ, CRECER, EXPLORAR, AMPLIAR, VIAJAR, LLEGAR…” una orden compasiva de penetrar en el futuro no definido aún. Los humanos hemos decodificado esa orden, pero desde un núcleo mental que ha producido neurosis, sobre todo como una necesidad de progreso material, te tenerlo todo controlado; pero también la hemos obedecido orientándonos hacia la exploración y la investigación de todo lo que os rodea, por ello hemos creado tantas ciencias y disciplinas de estudio; nos hemos lanzado al espacio exterior y sumergido a la profundidad de los océanos, hemos creado instrumentos de observación de lo grande y lo pequeño; pero todavía no hemos dado la debida importancia que tiene la observación de la propia consciencia, que es nuestra esencia perdida u olvidada. La ciencia de lo interno es la materia que los humanos todavía no hemos aprobado.
En algún momento ha surgido un miedo a la libertad que nos ha hecho esclavizar dentro de los límites de la comodidad y el confort, nos ha hecho quedarnos dentro de los límites de la esclavitud. Expandirnos más allá de lo que aparentemente podemos llegar es libertad, pero esto es una locura para nuestra mente acomodada y establecida. De ahí viene la necesidad de encontrarle alguna utilidad al hecho de expandir la consciencia, porque si no tiene utilidad, o si lo que nos ofrece atenta contra lo conocido, no nos interesará. El inconsciente siempre está listo para accionar el dispositivo de seguridad.
Desde el punto de vista de la mente condicionada no hay ningún beneficio en expandir la consciencia, incluso hay un gran perjuicio en el sentido del descontrol que se puede producir, pues no hay mente que no quede sublevada ante la magnificencia de la consciencia. Cuando esta se expande, la mente se doblega. La mente humana solo tiene un minúsculo germen de la consciencia divina, pero está dormida, en estado de potencialidad. Mientras que no despierte, el inconsciente tiene asegurado su reinado.
Tanto “lo inconsciente” -el contenido- como “el inconsciente” -el sistema que administra los contenidos convirtiéndolos en ordenes imperativas- han nacido como resultado del adormecimiento de la consciencia. Con tanto material reprimido sumado a tanto condicionamiento impuesto desde niños, la consciencia se ha dormido, y por consecuencia el inconsciente se ha expandido hacia adentro, ejerciendo un gran poder sobre la vida humana desde la sombra, y no la quiere perder. La mente está guiada por ese inconsciente insatisfecho y fracasado que puede perder el control cuando entra en contacto con la consciencia divina, esa es la parte riesgosa (para la ilusión y el adormecimiento) pero también es la puerta hacia la sanación o liberación.
Hay un libre albedrío en los seres humanos que le permite elegir si acompañar el ritmo de la consciencia o quedarse estancados bajo el dominio del inconsciente. La expansión no ocurre adentro de la realidad humana por causa de la propia manera de vivir que hemos adoptado. Ese modelo, estilo y proyecto de vida que hemos elegido, por un lado, nos confunde y hace sufrir, porque no comprendemos lo que ha sucedido para llegar a estar tan insatisfechos, pero por otro lado nos activa una gran necesidad de descubrir lo que hay más allá de la frontera que nos hemos impuesto. El conflicto está servido en bandeja para ser consumido por los humanos.
La consciencia fluye en la expansión del espacio. El espíritu que habita en ella es eterno. Ante un tiempo eterno es necesario un espacio infinito. Es imposible que un humano entienda la infinitud y la eternidad, pero si logra tener un pequeño vislumbre de semejante grandeza puede llegar a comprender lo que la vida es y la oportunidad que le da. Por eso afirmo que la comprensión no puede estar dirigida a nada, ni a nadie, porque está guiada por la consciencia que es objetiva, es decir que no tiene objeto ni objetivo.
Viajar hacia la eternidad y hacia el infinito no precisa dirección ni sentido. Por tanto, no hay ninguna utilidad, ninguna razón de ser, ningún sentido ni nada de lo que podamos sacar provecho en esta extraordinaria experiencia de la vida, más que abrirnos de corazón al misterio.
Alberto José Varela